Documento del Proyecto

Teniendo en cuenta lo planteado en el objetivo 3 de los Objetivos del Desarrollo del Milenio (ODM), el cual nos habla de promover la igualdad de género y la autonomía de la mujer, queremos exponer una propuesta en relación a la formación de niños y niñas, la cual partiría de la coeducación, es decir, se dejaría un poco de lado la escuela mixta para entrar a hablar de una formación desde una mirada coeducativa, ya que aquí se le dará la oportunidad al niño y  la niña de que se le vea como un ser integral y por ende se les dará la posibilidad de desarrollar su personalidad de acuerdo a sus capacidades y aptitudes, sin tener en cuenta las limitaciones que el medio le otorga, por el simple hecho de estar inscrito a uno u otro género.

Además, nos parece importante retomar este tema, porque es la educación ese vehículo desde el cual se debe iniciar la creación de condiciones para la equidad de género, pues es allí en donde se encuentra más marcado el sexismo, evidenciándose ese protagonismo que por siglos han mantenido los hombres.  De otro lado, cabe resaltar que la familia y la escuela, son los primeros lugares en donde se educa a los niños y las niñas, por tanto, es clave que desde allí se empiece una adecuada deconstrucción de las concepciones de género, permitiéndose por tanto a futuro un cambio de pensamiento a nivel cultural.

Para finalizar, nos cabe decir que esta idea es propuesta específicamente para la comunidad educativa (padres y madres de familia, estudiantes del grado tercero y docentes) del colegio San José ubicado en el municipio de Betulia Antioquia, se retoma este lugar debido a que al igual que en otros municipios, se evidencian patrones socioculturales que reproducen conductas sexistas y generan por tanto en las mujeres bajos niveles de desarrollo humano, baja autonomía, débil inclusión y lo que es aún más peligroso relaciones de subordinación y violencia contra las mujeres, las niñas y los niños.

Es la pregunta por la condición de formación integral, lo que fundamenta el desarrollo de ésta propuesta; sin embargo, nuestro énfasis se articula en lo que corresponde a una pregunta por las inequidades y desigualdades desde una perspectiva de género en la formación de niños y niñas en la escuela. ¿Qué hace un docente o una docente si un niño de tres o cuatro años en vez de un carro o un balón le pide una muñeca y un juego de cocina? ¿Qué hace un maestro, una maestra cuando percibe que uno de los niños o niñas muestran una inclinación homosexual o bisexual? ¿Qué lugar dan los maestros y maestras a los órganos sexuales y al deseo del niño y la niña a la hora de distribuir los juguetes, al asignar funciones en un juego de roles, representar un cuento en una obra de teatro, etc.?¿Qué hace la escuela frente a las situaciones de intergenerismo e intersexualidad manifiestas?

Los roles que niños y niñas asumen en la escuela en función de su sexo/género, son el punto de referencia de ésta propuesta, el tipo de juegos que les gusta jugar y las maneras como lo hacen, e incluso la forma que adoptan en cuanto a su corporalidad. Hemos entendido desde pensadores como Michel Foucault que la construcción de los géneros es el resultado de una inscripción en el cuerpo de unos discursos históricamente construidos y culturalmente legitimados y que el género teniendo en cuenta a Judith Butler integra nociones culturales, históricas, sociológicas y psicológicas. Esas construcciones sociales y culturales en los procesos de socialización que se forjan en la casa y la escuela, se inscriben en las corporalidades de niños y niñas y se evidencian en las múltiples maneras de expresar esos aprendizajes, prueba de ello es el manejo de los uniformes, el cual siempre debe ser llevado con alto nivel de exigencia con pulcritud y orden, especialmente en el caso de las niñas, las formas de sentarse, de expresarse, de reírse, e incluso de comportarse frente a los niños. Otro aspecto importante para dimensionar el contexto investigativo tiene que ver con la forma en que hace uso a las instalaciones de las instituciones escolares, ejemplo de ello puede verse claramente en el manejo de los espacios recreativos, espacios separados para los niños y niñas con argumentos como “las niñas se pueden aporrear, porque estos lugares se prestan para juegos muy bruscos”. Esto se complementa con la idea de “los niños pueden ensuciarse sin ningún reparo, en el caso de las niñas es diferente, deben pensar en donde se sientan y como se sientan”. Esto permite construir poco a poco interrogantes que fundamentan esta propuesta ¿Por qué delimitar en términos de la formación escolar tantas inequidades y desigualdades en términos de las diferencias?¿Acaso la ley no habla de la igualdad de derechos de los niños y las niñas? ¿Si la sociedad viene asumiendo cambios en torno a los roles sexuales de hombres y mujeres y sus formas de relacionamiento, la escuela por qué sigue consciente o inconscientemente repitiendo patrones en torno a esos imaginarios?¿Cuál es el nivel de formación con enfoque de género que reciben docentes en formación tanto normalistas como desde las licenciaturas en educación en las universidades, para desarrollar procesos pedagógicos con los niños, niñas y adolescentes? 

El concepto de género permite leer desde otra perspectiva, la escuela, una manera de indagar, con base en la Ley, por la formación integral del ser humano. La escuela es el lugar “en el que la transmisión puede ser objeto de debate, de acuerdos sobre los valores y las necesidades sociales y de intervención sistemática e igualitaria. Y entre las intervenciones que aparecen hoy como más urgentes para ampliar el campo de la educación a ámbitos que no son únicamente los conocimientos intelectuales, nos hemos planteado aquí en detalle la intervención en relación a los géneros”[1]. La escuela como espacio destinado a formar al ser humano de acuerdo a lo que sociedad requiere, permite identificar procesos significativos, que lleven en el desarrollo de un programa curricular, a entender ¿Cómo articular en nuestro contexto transformaciones al interior de esa cultura desde el ámbito escolar? Es en la escuela donde se visualizan las primeras formas de interacción del ser humano, las cuales se repetirán de forma constante más adelante en su contexto, teniendo en cuenta los cambios que se presentan hoy en la sociedad. La escuela debe repensar los contenidos curriculares, los materiales didácticos, las tareas, las formas de disciplinar, entre otros, de manera que esté acorde con la cultura general, que el aporte de la escuela al proceso de formación de cada sujeto hombre o mujer, sea el apropiado y en verdad le permita desempeñarse en su contexto.

Los cambios sociales y culturales en los cuales está inmersa la condición humana, implican una pregunta por los valores y las múltiples formas de construir las relaciones entre hombres y mujeres a partir de la experiencia de formación en la escuela. La actuales y futuras generaciones han cambiado,  sus intereses, necesidades; la mujer ha logrado ganar espacios en el ámbito de lo público, ahora estudia, trabaja y compite en igualdad de condiciones a los hombres; en el lenguaje amoroso, se conciben maneras de amar más allá de lo heteronormativo, se puede ver hoy día, expresiones de amor y afecto en parejas no solo de un hombre y una mujer, también pueden ser conformadas por dos hombres o dos mujeres y el deseo de un sujeto ya no solo se dirige al otro sexo,  realidades que empiezan  a ganar espacios donde se tenga un nivel de comprensión y respeto. Estas situaciones implican necesariamente una transformación en el desarrollo de los procesos pedagógicos, esto implica hacer un seguimiento a estos mecanismos de socialización desde un enfoque de género con el fin de hacer lectura de contexto, para indagar a luz de una fundamentación teórico-pedagógico y metodológica, por las nuevas maneras en las cuales se debe narrar los cuentos tradicionales contados a los niños y niñas, las formas de acceder a los juguetes y las lecturas que hacen de los mismos para comprender y sustentar los roles de género, las relaciones que se construyen con los personajes representados por ellos y ellas en los juegos de roles, la distribución de los espacios y la participación en éstos, y en las clases la motivación y participación que cada uno y cada una tienen, las imágenes que re-crean los espacios y los procesos de retroalimentación que constituyen los nuevos aprendizajes en la lógica del género para entender el devenir humano de lo femenino y lo masculino en la cultura.

El análisis e interpretación de estos y otros aspectos han vislumbrado una realidad social que nos permite  pensar en la necesidad de proponer otras pedagogías con enfoque de género como otra opción para que  la escuela lo tenga presente en sus procesos de formación y así, desarrollar procesos didácticos congruentes con las circunstancias actuales.

Como pedagogos y pedagogas infantiles en formación consideramos muy enriquecedor realizar este trabajo a nivel profesional, investigativo y personal para nuestro presente y futuro en los diferentes ámbitos de nuestra vida académica, laboral y familiar, pues como docentes somos sin proponérnoslo e inevitablemente un modelo a seguir, en la capacidad de construir con los niños y niñas nuevas maneras de relatar una historia acorde a los contenidos que nos plantea la realidad social.


[1]              Ibíd. pág. 21